martes, 29 de abril de 2014

EL PODER DEL GRUPO

El desánimo corre imparable, como si de un río a punto de desbordarse se tratase, entre los escritores que un día constituimos el autodenominado grupo de escritores/autores independientes.
Cuando llegué a las redes sociales como escritora independiente que acababa de publicar en Amazon y buscaba lectores me encontré con parte de la llamada Generación Kindle (pues algunos ya habían publicado con editorial) y con otros muchos, que como yo nos pegábamos a quien nos acogiera en su seno buscando un poco de calor con el que poder combatir el frío de la soledad del escritor novel. 
Recuerdo con añoranza las interminables sesiones en las que exponíamos en comentarios nuestros miedos, anhelos y desvelos y siempre aparecía una cara amiga que tenía la palabra oportuna para no hundirte en ese mar turbulento que era Amazon y la autopublicación. 
En aquellos años, os hablo del 2010 constituíamos un grupo más o menos homogéneo de personas con un interés común en el que cada uno aportaba su grano de arena en la búsqueda de lectores. 
¡Y los conseguimos! 
Los lectores se unieron a nosotros en esta aventura, nos conocieron, nos apoyaron, nos leyeron, nos encumbraron y con ellos logramos nuestros sueños. Eso nos sucedió a muchos, pero no a todos, como es lógico pensar. 
Con el paso de los meses, de los años, el mal rollo, la individualidad, la envidia..., hizo que el grupo se desgajara en microgrupos y eso también lo sufrieron nuestros lectores, que fueron apartándose de aquel grupo primigenio y señalándose por uno u otro autor en base a las preferencias por sus escritos, por su persona, a su simpatía, simplemente una cuestión de química.
Es cierto que algunos de ese grupo, entre los que me incluyo, firmaron con editoriales; es cierto que cada uno tenía un motivo para hacerlo y es cierto que en general, muchos no estamos contentos con los resultados. Pero no creo que ahí esté solo el problema, ni que perdiéramos nuestro número ASIN y nos cayéramos del Top de Amazon y tuviéramos que comenzar de desde cero, como años atrás, ni que los lectores hayan vivido como una traición el que perdiéramos nuestra independencia.
Creo, sinceramente, que lo que a nuestros lectores les gustaba era formar parte del grupo, se identificaban con él, tenían un rol que cumplir, unos intereses, unos objetivos y una meta. 
Eso nunca volverá.
Ahora, estamos solos con nuestros escritos ante un lector cada vez más exigente y eso nos asusta. Estamos solos, pero rodeados de personas en las que apenas confiamos y eso nos asusta, nos vuelve paranoides. Estamos solos ante nuestras acciones, acciones que nosotros mismos hemos escogido en libertad y nos asusta. Estamos solos ante un futuro incierto y nos asusta..., y así podría estar enumerando cientos de situaciones.
Sin embargo creo que es el momento de coger el toro por los cuernos. 
Lo que tuvimos no volverá.
Necesitamos un ámbito nuevo en el que desarrollarnos y ese no puede ser otro que el de nuestras palabras. 
Escribir, escribir y escribir, de esa manera los lectores volverán a nosotros.

miércoles, 23 de abril de 2014

Este jueves un relato: Personas




Algunas veces Mercedes no entiende ese interés desinteresado de todos porque se eche pareja...  Se encuentra delante del espejo mirándose perpleja. Sus pensamientos la acercan a las obras de arte, ¡si Miró levantara la cabeza!... -piensa.
Se ve  digna candidata a su obra con ese tiznón rojo en los labios y ese traje pasado de moda en el que casi ni entra y marca el paso del tiempo en sus caderas - ¡Ay, Mercedes quien te ha visto y quién te ve!. Por segundos su viejo chándal le llama a gritos, desea no presentarse.
Sacó las medias del cajón y se sentó al borde de la cama, no sin trabajo, las deslizó por sus piernas como si de una  caricia se tratara,  hay cosas que no se olvidan. Todavía recuerda el tacto de las de nailon que estrenó con sus dieciocho primaveras. Ahora a su edad, estos nervios, este rosario de detalles ¿para qué?- se decía. Una vez pasara el trago tendría unas palabritas con su hija. Su soledad no estaba tan mal...
Fernando descolgó el traje del armario y lo puso encima de la cama. Ese gesto le recordó a su Micaela. Diez años de la muerte y diez años que no se ponía el “traje de vestir”, como ella le gustaba decir. Suspiró hondo. Aún se acordaba de lo bien que le hacía el nudo de la corbata y los piropos que le echaba cuando lo veía emperejilado de domingo. Volvió a suspirar y encaminó sus pasos hacia el cuarto de baño y, se miró en el espejo. Casi no se reconoció. Había engordado, le había salido papada, las entradas eran autopistas en su frente..., se veía fatal. No debía de haberle hecho caso a su hermana. Cuando se lo dijo pensó que era una broma de mal gusto, pero cuando le insistió en que era verdad y que ya tenía una cita, no tenía más opción que matarla o asistir a esa cita a ciegas. Y se sentía tan solo sin su Micaela que decidió acudir a ese encuentro. Lo peor de todo, la foto que su hermana había puesto de él en la página de contactos. 
Ya en la cafetería Mercedes se sintió aún más ridícula viendo como pasaban los minutos y su cita no llegaba.  Al sentarse en la barra fue consciente de que aquel traje la traía por la calle de la condena con su estrechez. 
Fernando  con disimulo se fue acercando a la barra, nadie cuadraba con la imagen que su hermana le había dado. Pidió un gin tonic. Por  el rabillo del ojo contempló las rodillas prietas, como al le gustaban, de la mujer que estaba sentada a su lado y que por todos los medios intentaba cubrir tirando de su estrecho vestido, sin conseguirlo.
¡Valiente indiscreto!- pensó... aunque en el fondo se sentía halagada. No dudó en regalarle una sonrisa que rompió el hielo. En cinco minutos estaban en una conversación amena y distraída; el tiempo voló, llegando así la hora de la despedida. En  la puerta de aquel bar donde ambos quedaron plantados...se citaron para el día siguiente.

En el cielo un ángel medio desnudo que portaba un arco y unas flechas reía a carcajadas y se pavoneaba ante sus amigos diciendo: "Donde se ponga Cupido que se quite Meetic"
Relato a cuatro manos: María José Moreno y Matices
Más relatos en el blog de Juan Carlos

TÚ, YO y EL LIBRO





¡Por fin ha llegado el día 23 de abril! 
En la blogosfera y resto de redes sociales donde me muevo no se habla de otra cosa desde hace días; claro, que en las que yo me muevo estamos sobre todo lectores y escritores, por lo que es lógico que queramos hacer homenajes a aquello que nos une: El libro.
El libro es un objeto que se completa entre ambos, aunque por medio hay muchos intermediarios, demasiados.  
El libro nace de una idea creativa que el escritor con mucho esfuerzo plasma, a su saber y entender, que requiere muchas  horas de esfuerzo delante del papel o del teclado y cuando digo muchas, es que son muchas, para obtener al final el tan ansiado primer manuscrito. A este le seguirán muchas correcciones, y cuando digo muchas, es que son muchas; hasta que esté convencido de que lo que ha escrito merece la pena ser leído. Y ahí, entre el otro de la película, el lector. 
El lector es la persona ávida por beberse esas letras  impresas o digitalizadas, que cuando termina la lectura queda empapado de ella, piensa en ella, la valora hasta disecarla y al final emite una conclusión que es la que el escritor espera ansioso: Me ha gustado/No merece la pena.  
Conclusión que lleva a escritor a las alturas o lo hunde en la miseria. Pero de todo se aprende y los lectores terminan valorando el esfuerzo y el escritor sabiendo que sus escritos no pueden gustar a todos y en ese transigir se llega a un punto medio en el que la convivencia merece la pena y es ese punto el que celebro hoy; el haber llegado aun diálogo constante y fluido con mis lectores, que disfrutan con la lectura de mis libros y que muestran  interés por los venideros.
Dejo atrás a los maquetadores, impresores,  editores, agentes literarios, distribuidores, libreros... y demás productos intermedios. 
PARA MÍ  EN ESTE DÍA SOLO SOMOS TRES: TÚ, YO Y EL LIBRO.
¡Feliz Día!

jueves, 10 de abril de 2014

Este jueves un relato: ¡Que arte tiene mi "arma"!



Cuenta la leyenda que a primeros de siglo XX llegó a Lisboa un barco procedente de Buenos Aires en el que viajaba una niña de ocho años, de cabello azabache y ojos negros, profundos como la noche. La niña regresaba con sus padres a Córdoba, emigrantes por unos años en el país amigo.
Cuenta la leyenda que la niña se hizo mujer de excelsa belleza, mirada penetrante y boca finamente perfilada, que gustaba de pasear con sus amigas y llamando la atención por dondequiera que pisaba.
Cuenta la leyenda que un famoso pintor la vio una tarde de primavera por la calle y quedó prendado de su belleza y, aunque hacía poco que la joven había abandonado los juegos infantiles, la convenció para que fuera a su estudio y  posara para él.
Cuanta la leyenda que se Cupido lanzó una certeza flecha que atravesó sus corazones.
Cuenta la leyenda que la parca acechaba al artista desde hacia tiempo entre los quejidos de la soleá, fandangos y misticismos y, que cuando descubrió a su amada  la retrató de tal manera que reflejara su desgarro por la  vida que se le escapa y la belleza de una mujer especial, la mujer cordobesa.
De esa historia de amor nos queda La chiquita piconera y las canciones populares que ensalzan la belleza de esa mujer morena, con los ojos de misterio y el alma llena de pena...

Ella Teresa  López, él Julio Romero de Torres.

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FELIZ AÑO 2024

  7 meses sin escribir en el blog y vuelvo como en años anteriores con deseos de compartir que esta comunicación ocasional no se termine. Ha...